COMENZAR DENUEVO

 Isaías 1:14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.
1:15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
1:16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
1:17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
1:18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. 

Hay días en los cuales los pequeños despiertan con su energía al 1000%, y ese fue el caso de David, quien estaba pasando unos días de verano en la casa de sus abuelos.

El niño con el cachorro de perro ovejero de sus abuelos, bajaba y subía por las escaleras de madera, y luego salía al pórtico para retornar a la cocina a comerse un par de galletas recién hechas por su abuela.  En una de esas corridas, y por descuido, derribó un jarrón de cerámica que su abuela apreciaba mucho.

Su abuelo fue a la sala para ver qué había pasado y se encontró a David, al jarrón quebrado en mil pedazos y al perro juguetón a su lado, y preguntó: “¿qué pasó?”  Por un momento David vio al perro, luego vio a su abuelo y tuvo la tentación de culpar al animal, pero no lo hizo, aceptó su error y juntos fueron a disculparse con su abuela.

¿Saben amigos (as)?  … En Isaías 1, Dios confrontó a su pueblo por las malas acciones que estaban haciendo: sobornos, injusticias, oprimían a viudas y huérfanos, todo para tener ganancias materiales.

Él le pidió a su pueblo que confesara su pecado y abandonara el mal camino por el cual estaban caminando “Vengan, pues, dice el Señor; y razonemos juntos: Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos.” (Isaías 1:18).

Así como en ese tiempo, Dios desea hoy que seamos sinceros con respecto a nuestros errores, que los aceptemos y nos arrepintamos para brindarnos su amoroso e inmerecido perdón.  Tal como lo indica el apóstol Juan “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9).   Reconoce hoy mismo tus errores, tus pecados y pide perdón a Dios a quien has ofendido, te sorprenderás de la respuesta de nuestro Señor. Hoy demos gracias al Señor, ya que debido a su misericordia podemos comenzar de nuevo.

 Dijo el salmista en sus reflexiones… “Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: “Confesaré mis rebeliones al Señor”. Y tú perdonaste la maldad de mi pecado” (Salmos 32:5).

Hno. Gunder.