Isaías 55:1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
55:2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.
55:3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
55:4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
55:5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.
Nuestro mundo siempre ha estado influenciado por las modas, en los tiempos antiguos, por ejemplo, los romanos utilizaban túnicas; las de los hombres llegaban hasta las rodillas y las de los niños podían ser de manga corta o sin mangas, mientras que las túnicas para las mujeres y las niñas llegaban hasta los pies y tenían mangas. Por encima de la túnica, los hombres utilizaban una toga y las mujeres, si eran casadas, llevaban un manto de lana.
Con el tiempo se añadieron prendas a las vestiduras exteriores, a la vez que se abandonaba la toga por casi todos, el gabán o capa llamada lacerna, abierta por delante, sujeta con broche o fíbula y la alícula, una especie de esclavina, todo lo cual era rico y espléndido entre la gente poderosa.
Nuestra lectura bíblica comienza diciendo: “Oh, todos los sedientos, ¡vengan a las aguas!”. Al leer estas sencillas palabras nos damos cuenta de una clara realidad, en esta vida siempre tendremos “sed”, lo cual es un sinónimo de necesidad o insatisfacción. Por más veces que tomemos agua en un día, al siguiente volveremos a tener sed.
Nada, ni siquiera lo mejor que podamos encontrar, nos podrá satisfacer completamente, siempre habrá circunstancias que nos harán sentir insatisfechos y hasta desdichados.
La cultura en la cual vivimos nos repite constantemente lo contrario, que, si estamos a la moda, con el más reciente teléfono inteligente, si nos hacemos procedimientos estéticos con la tecnología más reciente, lograremos detener la vejez. Todas estas afirmaciones son mentiras, no estoy diciendo que estas cosas son completamente equivocadas, sino que debemos comprender y aceptar que hagamos lo que hagamos, en este mundo no encontremos satisfacción completa y descanso (Mateo 11:28).
Es por ello que en las simples palabras de Isaías está el secreto para sobrellevar esta vida: “Oh, todos los sedientos, ¡vengan a las aguas! Y los que no tienen dinero, ¡vengan, compren y coman! Vengan, compren sin dinero y sin precio vino y leche”. Acudamos cada día a Dios y su Palabra.
Ven a Jesús, sólo Él tiene agua y pan de vida eterna (Juan 4:14). Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (Juan 6:68).
Es por eso que debemos acercarnos a Jesus continuamente y decir como el profeta… “Oh, todos los sedientos, ¡vengan a las aguas!” Y los que no tienen dinero, ¡vengan, compren y coman! Vengan, compren sin dinero y sin precio vino y leche” (Isaías 55:1).
Hno. Gunder.