«Quiero en este día, mi amigo / amiga, ser muy franco con ustedes. Algún día le va a llegar la noticia que el Hermano Gunder ha muerto, pueda ser que esta misma página la transmita. Digo eso por la sencilla razón de que tarde que temprano todos tenemos que morir.
Si Jesucristo tarda en su regreso al mundo, todos los que ahora vivimos tendremos que pasar por el río de la muerte. Y aunque nadie sabe cuándo, todos sabemos que ese día es seguro. Así que, amigo(a), ya sea por voz audible, por el periódico, por las redes sociales, o por estas mismas ondas radiales, algún día usted oirá la noticia que el Hermano Gunder ha muerto.
Pero cuando eso ocurra, ¡usted no lo crea! … Así como se lo estoy diciendo, ¡no lo crea! … No, no es que alguien haya mentido. No creo yo que cupiera en el corazón de alguien engañar en una cuestión tan importante. ¡No es eso!!
Si llegara el anuncio, lo más probable es que, en efecto, mi corazón haya dejado de latir. Pero el verdadero yo —aquello que es mi personalidad, mi fuero interno, mi alma, mi vida espiritual— no habrá muerto. Más bien, ese es el día en que estaré más vivo que nunca… Es que, amigo mío, yo he nacido dos veces.
La primera vez nací el 23 de febrero de 1956. Pero volví a nacer el 18 de agosto de 1995, cuando tenía treinta y nueve años de vida física. El primer nacimiento fue el del cuerpo; el segundo nacimiento fue el del espíritu. Y aunque el cuerpo muera, el espíritu nunca morirá.
Al contrario, el simple hecho de haber nacido de nuevo me garantiza vida eterna junto al Señor Jesucristo. Así que, cuando oiga la noticia que el Hermano Gunder ha muerto, no la crea.
Será ese el día en que el verdadero Hermano Gunder se haya trasladado a una vida superior, a la vida eterna, a la vida en la que no hay enfermedad, ni dolor ni tristeza; donde no hay maldad, no hay remordimiento, ni pecado ni muerte.
Será ese el día, mi amigo (a), en que de veras he de estar vivo. Pero me gustaría preguntarles ¿Ha tenido usted la experiencia del segundo nacimiento? … Jesucristo le dijo al dirigente judío llamado Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo.”
Y esa misma declaración, amigo(a), es tan verdadera hoy como lo fue el día en que Jesús la hizo: ¿Ha nacido usted de nuevo?»

Hno. Gunder.