DIOS Y LA LIBERTAD

HECHOS 13:1 Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.
13:2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
13:3 Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
13:4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
13:5 Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante.
 

Cuando los miembros del Segundo Congreso Continental de los Estados Unidos, aprobaron el extraordinario documento conocido como la Declaración de la Independencia, claramente declararon su fe en Dios.

 Los redactores del borrador de esta noble proclamación, sabían que las libertades radicales que estaban proponiendo, solo podrían funcionar bien en una sociedad donde se reconoce al Creador. Declararon que Dios ha «dotado» a todas las personas con el derecho a “la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad” porque Él, nos valora a cada uno de nosotros.

Thomas Jefferson, quien llegaría a ser el tercer presidente de la nueva nación, quedó consternado por el pecado que vio. El escribió, “Tiemblo por mi país cuando reflexionó en que Dios es justo.” Si entonces temblaba, ¡Hoy tendría un ataque violento!

Los padres fundadores de los Estados Unidos amaban el concepto de la libertad individual, pero no tuvieron en mente el estilo de vida permisivo, que nos permite hacer lo que nos plazca. Las personas que se niegan a temer a Dios jamás pueden disfrutar de la verdadera libertad.

El salmista dijo, “Sabed que El, el Señor, es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos” (Salmos 100:3). Somos responsables ante Dios de todos nuestros actos, porque Él nos ha creado en libertad y en amor.

Haga usted un compromiso a Dios, para volver a vivir como un miembro del pueblo de Dios. Viviendo en santidad y respetando sus mandamientos y buena voluntad.

¡Esa es la manera de disfrutar de la verdadera libertad!

Hno. Gunder.