Mateo 12: 9 Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos.
12:10 Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle:
¿Es lícito sanar en el día de reposo?
12:11 Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante?
12:12 Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo.
12:13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.
12:14 Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.
En otro día de reposo, la “policía religiosa” nuevamente estaba allí. Los fariseos estaban buscando cualquier motivo para acusar a Jesús, por eso lo vigilaban de cerca. Ese día en la sinagoga había un hombre con la mano paralizada. Jesús sabía que los fariseos estaban tratando de ponerle una trampa, así que Él les siguió la corriente. Jesús le pidió a este hombre: “Ponte de pie frente a todos.” Así que el hombre obedeció, se levantó y estuvo al frente en la sinagoga. Luego Jesús se dirige a los líderes religiosos y a las personas que estaban allí: ¿Está permitido sanar en sábado?” A pesar que ellos guardaron silencio, sí creían que era contra la ley. Jesús ya había sido reprendido en Jerusalén cuando sanó al paralítico en el día de reposo.
Como nadie respondió, Jesús les habló de la importancia de ser misericordiosos. Les dijo: “Si alguno de ustedes tiene una oveja y en sábado se le cae en un hoyo, ¿no la agarra y la saca? ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! ¿Qué está permitido en sábado: ¿hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matar?” La conclusión era obvia, el día de reposo era un día para el bien, no el mal, para salvar una vida y no destruirla. Es lícito hacer el bien en el sábado.
Mientras Jesús les compartía, los líderes religiosos estaban sentados sin decir palabra. Él miró alrededor y vio en sus caras el desacuerdo, así que se enojó y se entristeció por la dureza de sus corazones. Se volvió al hombre con la mano paralizada y le dijo gentilmente: “Extiende la mano.” Este hombre la extendió y quedó restablecida completamente. Esto enfureció a los fariseos y deseaban matar a Jesús. Ellos salieron de la sinagoga y comenzaron a tramar con los herodianos como matarlo. Jesús estaba sumamente entristecido por la dureza de los corazones de los líderes religiosos.
Jesús se entristeció por la dureza de los corazones de los fariseos, examina hoy tu corazón y pide al Señor que suavice cualquier situación que te impida tener una relación más cercana con Él.
Da gracias a Dios, por su misericordia y ora por ese amigo o amiga por el cual has estado orando, para que Dios te brinde una oportunidad de presentarle el evangelio.
Hno. Gunder