
Lucas 4:17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
4:19 A predicar el año agradable del Señor.
4:20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
4:21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Jesús termina su primera gira en Galilea en el pueblo de Nazaret, donde vive. Como en todo lugar de Galilea, Jesús proclamó “las buenas nuevas de Dios” Él dijo: “El tiempo ha llegado”. “El reino de los cielos se ha acercado.” “Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas.” En Nazaret fue recibido con los brazos abiertos. Lucas 4:22 dice: “Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca.” Las personas del pueblo estaban muy emocionadas de verlo.
Ellos estaban esperando las mismas “señales milagrosas” que habían visto en Jerusalén y que escucharon de Caná y Capernaúm. Después de todo, Jesús era uno de ellos debido a que había sido criado en Nazaret.
Jesús posiblemente pasó algún tiempo en su casa, con su familia, mientras estuvo en Nazaret. En el día de reposo, Jesús se dirige a la sinagoga, “como era su costumbre”. Jesús acá se sienta pacientemente y espera su turno. El libro de Hechos nos ayuda a comprender el orden con que se dirige el servicio.
Dice Hechos 13:15 “Al terminar la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen.”
El servicio en las sinagogas se compone de varios elementos, incluyendo el canto. Por la lectura de este versículo aprendemos que durante el servicio se da una primera lectura de uno de los cinco primeros libros de la Biblia (la Torá o la ley). Luego de esta lectura, sigue otra de alguno de los profetas. En este día en particular la lectura fue del profeta Isaías, no era una coincidencia, pues en el plan de Dios todo está bien diseñado. A Jesús se le había pedido con antelación que leyera. Este derecho es único para hombres de más de 30 años, miembros en pleno derecho en la sinagoga local.
Jesús se levanta cuando es su turno y se mueve al frente. Le proporcionan el rollo con la lectura de Isaías. Él toma el rollo y encuentra el punto en Isaías 61:1-2 y comienza a leer. “El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor.” Todos los que escucharon a Jesús estaban asombrados. ¿Puede ser este el hijo de José el carpintero? Jesús debió leer estos versículos como nunca nadie lo había hecho.
Medita un tiempo en Jesús como el Ungido del Padre. Hoy tal como ayer, sigue siendo un buen día para compartir de Cristo con otras personas, ellos también pueden ser asombrados con las buenas nuevas de salvación.
Jesús es El Ungido por eso leyó… “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.” -Lucas 4:18.
Hno. Gunder.