1° Juan 1:1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
1:2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);
1:3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
1:4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.
1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Recuerdo una vez, mientras me encontraba en un programa radial; una mujer que estaba muy molesta, me llamó al estudio. Ella dijo que estaba al borde de un ataque de nervios. Al parecer, ella se había desviado de los caminos del Señor, pero ahora había vuelto a Él y realmente quería hacer Su voluntad.
Los recuerdos de sus días de lejanía espiritual, frecuentemente volvían a ella, de tal forma que esto le afectaba y en ocasiones le era difícil aceptar el hecho de que Dios había perdonado sus pecados, y esto le robaba su paz y alegría. Sin embargo, peor que eso, con su actitud lo que ella le estaba diciendo a Dios era: “No te creo. ¡no acepto lo que me dices”!
Y le expliqué, «Supongamos que una de sus amigas más queridas fuera una descuidada y rompiera un jarrón de su mejor porcelana. Esta persona sinceramente se sintió muy afectada, y se disculpó por no haber sido más cuidadosa. Le aseguras que no se preocupe, que no vas a tomar medidas en su contra, ni te resentirás. Ahora, ¿qué pensarías si cada vez que vieras a esa persona, ella te dijera lo tonta que había sido y de nuevo te pidiera perdón? Después de un tiempo probablemente te enojarías y le dirías: Escucha, pon ese asunto fuera de tu mente. Te he perdonado sinceramente, y yo no quiero que lo menciones de nuevo”.
¿Saben amigos(as)? … Dios también es fiel a Su Palabra, Él promete limpiarnos cuando reconocemos nuestros fracasos. Así que, al confesar tus pecados al Señor, debes creerle que Él te ha perdonado.
Después de haberle pedido perdón a Dios por tus pecados, no trates de traerlos de vuelta. Cree que Él te ha perdonado, ahora eres tu quien tiene que perdonarse y tratar de no pecar más.
Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad; pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para su palabra en nuestro corazón. 1° Juan. 1:8. (NTV).
Hno. Gunder.