PROCESO DE TRANSFORMACIÓN

2° Corintios 12:1Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.
12:2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
12:3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),
12:4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.
12:5 De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades.
12:6 Sin embargo, si quisiera gloriarme, no sería insensato, porque diría la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. 

El proceso geológico por medio del cual se forman los diamantes es muy interesante, ya que empiezan siendo simple, sucio y quebradizo carbón.  No obstante, tras años de estar bajo un calor intenso y una elevada presión, se tornan puros y una de las piedras más duras del mundo.

Esta transformación, convierte a los diamantes en una buena metáfora de la fortaleza espiritual: Dios utiliza fuerzas exteriores poderosas para limpiarnos de las impurezas y perfeccionar su poder en nosotros.

El apóstol Pablo afirma que el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad (2°Co. 12:9). Desearía que no fuera cierto, porque detesto ser débil; sin embargo, el tiempo, las enfermedades y las circunstancias difíciles de la vida me han enseñado más de lo que querría saber sobre la debilidad física.

Algunos podemos crearnos una imagen falsa de fortaleza y autosuficiencia. Pero, la repentina pérdida de la salud, del empleo o de una relación interpersonal apreciada, es un recordatorio sorprendente de nuestra total dependencia de Dios.

Cuando experimentamos el calor feroz del sufrimiento sea físico o emocional, por alguna persecución externa o una humillación interior, el propósito amoroso de Dios es tornarnos puros y fuertes.

En cualquier momento puedes acercarte a Dios, no tienes que esperar a que las circunstancias te recuerden lo frágil que eres.

Permite que Dios te purifique y te haga una nueva versión a su manera, no olvides las palabras del apóstol…  “En cuanto a esto, tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:8-9).

 

Hno. Gunder.