1° Corintios 1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
1:19 Pues está escrito:
Destruiré la sabiduría de los sabios,
Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
1:20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
1:21 Pues ya que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
1:22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;
1:23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
1:24 más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Una vez, un grupo de iglesias decidió que, en el memorial de la última semana del Señor en la Tierra, no harían referencias a la cruz, y esta omisión fue totalmente deliberada. Al consultarle a uno de los líderes de estas congregaciones sobre el porqué de esa decisión, explicó lo siguiente: “La cruz tiene demasiado bagaje cultural”. Porque la idea de la cruz y todo el sufrimiento asociado a este instrumento de muerte, son demasiado repulsivos y gráficos para muchas personas.
El apóstol Pablo explicó este tipo de conducta al escribir las siguientes palabras: “Porque para los que se pierden, el mensaje de la cruz es locura…” (1° Cor. :18).
¿Saben amigos(as)? … Ser salvados gracias a la injusta ejecución de un judío muchos siglos atrás, es una ofensa para el orgullo y autosuficiencia de muchas personas.
No obstante, sin esa cruz, la tumba vacía carecería de significado y valor, es por esto que el mismo Pablo reafirmó agradecido este mensaje de la siguiente manera: “Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo” (Gál. 6:14).
Cada año, al inicio de la semana del memorial de la entrada triunfal, muerte y resurrección de nuestro Señor, debe venir a la mente del creyente, todos los acontecimientos que tuvieron lugar, sus palabras, las falsas acusaciones, las negaciones y el genuino arrepentimiento, aquella colina olvidada de Jerusalén, que recibió la sangre preciosa de nuestro amado Señor; nuestra salvación no tuvo un precio barato, por el contrario, demandó el máximo sacrificio.
Tan sólo recordar la entrada triunfal, las palabras de perdón y la resurrección no es suficiente, nunca debemos omitir el recuerdo y lecciones de la cruz; después de todo allí debimos haber estado cada uno de nosotros y no el inocente Jesús.
No nos dejes olvidar el gran amor mostrado en la cruz, por una humanidad que no lo merecía: ¡Gracias Señor y Salvador Jesús!
Tengamos siempre la mirada fija en nuestro amado Jesus…. “Porque para los que se pierden, el mensaje de la cruz es locura; pero para nosotros que somos salvos, es poder de Dios” (1° Cor. 1:18).
Hno. Gunder.