
2° Pedro 3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
3:11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
3:12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
3:13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
3:14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.
3:15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito,
3:16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.
Cada cierto tiempo vuelven a estar de moda las predicciones sobre el fin del mundo. Cuando esto pasa las personas suelen sentirse muy incómodas, en algunos casos hasta se asustan. No obstante, la Biblia es contundente en las palabras proféticas al decirnos que Jesus realmente volverá para poner fin a todas las cosas en este mundo caído. Sin lugar a dudas, sucederá, pero solamente Dios sabe cuándo.
Como creyentes en Jesús anhelamos que ese día llegue. Y a la luz de tal suceso futuro, el apóstol Pedro nos recuerda cómo debemos vivir atentos hasta que el Señor regrese mirando tres direcciones (2° Pedro 3:10): mirar hacia arriba, debemos vivir de una manera que honre a Cristo (v. 11).
Mirar hacia adentro, esforzándonos al máximo para estar en paz con Dios (v. 14); y finalmente mirando hacia afuera, estando alerta para que la influencia perjudicial de otros no nos descarríe (v. 17).
Pero, ¿cómo lo hacemos?: “…crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (v. 18). Cuando nuestro carácter madura a través de la Palabra escrita, empezamos a relacionarnos más íntimamente con Jesucristo, la Palabra viva. El Espíritu Santo toma la Palabra de Dios y nos guía en cuanto a cómo debemos vivir.
El regreso del Señor no debe ser una jornada de temor para los seguidores de Jesús. Nuestro Rey volverá para arreglar todas las cosas y gobernar para siempre. Aguardamos ese momento con gran expectativa; es nuestra “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13).
Entonces, recordemos mirar hacia arriba, hacia adentro y hacia afuera, recordando que debemos vivir de acuerdo con su voluntad. Señor, esperamos tu regreso pronto, hasta ese momento queremos servirte con todo nuestro corazón … “Aguardando la esperanza bienaventurada, la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo” (Tito 2:13).
Hno. Gunder.