UN MUNDO CONTAMINADO

EFESIOS 4:17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no
andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su
mente,
4:18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su
corazón;
4:19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se
entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de
impureza.
4:20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo,
4:21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados,
conforme a la verdad que está en Jesús.
Vivimos en un mundo contaminado y aunque todos sufren por ello,
también todo el mundo contribuye para que así sea.
La contaminación adopta muchas formas, sin embargo, hay una
clase que muchas veces pasamos por alto y que
desgraciadamente la gran mayoría tiene como costumbre.
Hablamos de la “contaminación verbal”, la cual transmitimos
cuando nos quejamos, criticamos y descalificamos a otras
personas.  La contaminación verbal inyecta a este mundo su
veneno lleno de negatividad y pesimismo, y hace que solo veamos
el lado negativo de las cosas.
Una vez, un grupo de jóvenes decidió hacer un desafío, el cual
consistía en evitar palabras relacionadas con la crítica o la
negatividad, durante un fin de semana de campamento. Se
sorprendieron al descubrir lo poco que hablaron durante el primer
día, pero a medida que el desafío avanzaba, comprendieron que
debían aprender a conversar dejando de lado la negatividad y la
crítica.

El apóstol Pablo en su carta a los Efesios, les pidió a los creyentes
que tomaran una decisión con respecto a su vida, los desafió a
“despojarse” del viejo hombre y de sus conductas carnales que
entristecen al Espíritu Santo (Ef. 4:22) y a “vestirse” con el nuevo
hombre que edifica a otros con sus acciones (Ef. 4:24).
Solamente con la ayuda del Espíritu Santo, lograremos realizar
esos cambios de costumbres que solamente nos hacen mal y
causan tristeza en otros.

Si queremos deshacernos de la “contaminación verbal”, la primera
decisión que debemos tomar, es cambiar con la ayuda de Dios.
Termina con la contaminación y limpia tu forma de hablar.
Trata a las personas con cortesía, con respeto, incluso con el
amor de Cristo. Respeta a tu esposa, tus hijos, tus padres, tus
pastores, ellos también son personas
Recordemos las palabras del apóstol… “Ninguna palabra obscena
salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según
sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen” (Efesios
4:29). Dios necesita “un mundo diferente”

Hno. Gunder.