
Mateo 17: 22 Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del
Hombre será entregado en manos de hombres,
17:23 y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se
entristecieron en gran manera.
Jesús, según los evangelios, anunció tres veces su muerte.
Repetir tres veces una afirmación o relato es muy propio de la
cultura judaica, en el contexto de las costumbres que existían en
ese tiempo. Nuestro Señor anuncia su muerte tres veces para
indicar la veracidad de su anuncio. En el judaísmo esta costumbre
es llamada Jazaká.
En la Biblia es común que ideas y relatos se repitan tres veces,
para indicar su firmeza, permanencia y solidez. Esto añade fuerza
y veracidad a lo anunciado, o, al relato que se comunica. Los
evangelios nos muestran que Jesús tenía claro su propósito en
esta existencia. En ellos se nos enseña que desde niño tuvo
noción de su destino.
Como ejemplo podemos recordar el pasaje en donde, con ocasión
de una visita a Jerusalén junto a sus padres; se extravía. Luego de
buscarlo con ansiedad lo encuentran en el templo conversando
con los doctores de la ley. Y en medio de ellos afirma, ante la
reprensión de sus padres: “¿Por qué me buscaban? ¿Acaso no
saben que tengo que ocuparme en las cosas de mi Padre?”
La vida del Señor tiene ese propósito: servir a Dios y cumplir su
voluntad. Esto le permite priorizar sus acciones a lo largo de los
años, con el objetivo de llevar adelante su tarea redentora.
En este proceso, Él integra el difícil momento de su pasión y
muerte. Jesús tiene en mente de manera constante su calvario y
su final. Y a pesar que pide a Dios librarlo del amargo trago de la
cruz, acepta su propósito y el duro momento de su muerte.
En mi imaginación veo la vida de Jesús como un camino, que a
partir de sus treinta años se vuelve cada vez más empinado y
difícil; y cuyo final es el Gólgota.
Pienso que de algún modo esta imagen es el paradigma de la
existencia humana. Cada uno de nosotros transita su camino.
Este, contiene momentos de felicidad, de angustia, de plenitud, de
desaliento, etc.
Si llegamos a una avanzada edad, se vuelve cada vez más
empinado y difícil. Y de diferentes maneras nos espera allí,
nuestro Gólgota. Es nuestro destino.
Y desde mi perspectiva, apoyado en la enseñanza que deja la
forma en que Jesús enfrenta su destino, es sumamente importante
integrarlo a nuestra vida. Al ver el ejemplo de Jesús podemos
aprender a entender este final como una parte importante y
necesaria de nuestra vida.
En la medida que tomamos conciencia de nuestro proceso
biológico, es importante sumar a esa conciencia nuestro proceso
espiritual, y que sea este el que oriente la comprensión de nuestra
vida. Inspirados en el sólido ejemplo de Jesús.
Él, como ser humano, da un salto de fe. Confía en que la promesa
de su resurrección se realizará. Y que esta se transformará en un
faro para iluminar la comprensión de aquellos que decidan
acercarse. Jesús confió en su Padre Celestial y en fe se entregó, y
así recibió la promesa de su resurrección.
Nos invitó a acercarnos a este faro y desde allí, iluminar todos los
procesos de nuestra vida. Nos invitó, tal como Jesús lo hizo, a
entregarnos con fe a la promesa de Dios, quien en Cristo nos invita
a la vida eterna, …porque Jesús es el camino, la verdad y la vida.
Hno. Gunder