
Nehemías 9:7 Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y
lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste el nombre Abraham;
9:8 y hallaste fiel su corazón delante de ti, e hiciste pacto con él
para darle la tierra del cananeo, del heteo, del amorreo, del
ferezeo, del jebuseo y del gergeseo, para darla a su descendencia;
y cumpliste tu palabra, porque eres justo.
9:9 Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el
clamor de ellos en el Mar Rojo;
9:10 e hiciste señales y maravillas contra Faraón, contra todos sus
siervos, y contra todo el pueblo de su tierra, porque sabías que
habían procedido con soberbia contra ellos; y te hiciste nombre
grande, como en este día.
9:11 Dividiste el mar delante de ellos, y pasaron por medio de él en
seco; y a sus perseguidores echaste en las profundidades, como
una piedra en profundas aguas.
9:12 Con columna de nube los guiaste de día, y con columna de
fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde habían de
ir.
Roberto decidió seguir a Jesús luego de asistir a una Escuela
Bíblica de Vacaciones cuando tenía diez años. No obstante, quince
años después el compromiso que había hecho se le empezó a
olvidar. Había adoptado una filosofía de vivir solamente el
momento, y con el tiempo había desarrollado muy malos hábitos.
Por supuesto, al cabo de un tiempo todo parecía caerse a pedazos:
tuvo problemas en el trabajo, y vio a algunos de sus amigos morir
muy jóvenes por el uso de las drogas. Así que los temores y dudas
comenzaron a invadir a Roberto, y nada parecía ayudar… hasta
que un día leyó el Salmo 121:2: “Mi socorro viene del Señor, que
hizo los cielos y la tierra”. Estas palabras llegaron a su corazón y
empezaron a desvanecer el temor y la confusión de su corazón.
Nuevamente recurrió a Dios en busca de ayuda, y el Señor lo
perdonó y reconfortó con su amor infinito e incomprensible.
¡Amigos (as)!!! Esta travesía espiritual de Roberto nos debe
recordar la historia del pueblo de Israel. Los israelitas tenían una
relación singular con Dios: eran su pueblo escogido (Nehemías 9).
No obstante, pasaron muchos años en rebeldía e ignorando la
bondad del Señor, y alejándose para seguir sus propios caminos
(vv. 16-21).
Sin embargo, cuando se volvieron a Él y se arrepintieron, Dios se
mostró perdonador, “clemente y compasivo, tardo para la ira y
grande en misericordia, no los abandonaste” (v. 17).
Estas cualidades divinas nos animan a acercarnos al Señor, aun
después de habernos alejado de Él. Cuando humildemente
abandonamos nuestras conductas rebeldes y volvemos a
consagrarnos a sus caminos, Dios muestra compasión y nos recibe
con agrado de regreso a la comunión con Él.
Ven, regresa al hogar, nunca estás demasiado lejos, vuelve a los
brazos de tu Padre, quien te espera para mostrarte un mejor
camino.
En cada reconciliación con el Señor deben estar presentes estas
palabras…. “Gracias Señor porque eres clemente y compasivo, nos
ejemplificas la forma en la cual nosotros también debemos actuar
cuando alguien reconoce sus errores y quiere continuar adelante,
tal como el hijo pródigo”.
Hno. Gunder.