NO ESTAS SOLO

1° Reyes 19:1 Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías
había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los
profetas.
19:2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así
me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo
no he puesto tu persona como la de uno de ellos.
19:3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su
vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
19:4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó
debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh
Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.
19:5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí
luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
19:6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida
sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a
dormirse.
19:7 Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó,
diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
¿Alguna vez te has sentido tentado a abandonar todo? Pues si
leíste la lectura bíblica, te habrás encontrado con Elías. Antes de
que esto aconteciera, el Señor lo había usado para mostrarle a su
nación Israel que en realidad el Dios en el que habían creído era el
verdadero (1° Reyes 18).  No obstante, tan sólo unas pocas horas
después que este extraordinario suceso había pasado, las
amenazas de la malvada reina Jezabel lo aterraron a tal punto que
huyó a la zona de Beerseba, a unos 160 km al sur de donde se
encontraba (1° Reyes 19:3).  Luego de esto caminó 230 km
adicionales hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
Dios le preguntó dos veces a Elías qué hacía ahí (vv. 9,13) y, en
ambas ocasiones, él le respondió con las mismas palabras: “Yo
solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (vv. 10,14).
Antes de que rápidamente empecemos a juzgar a Elías,
pongámonos en sus zapatos; posiblemente estaba frustrado,
porque a pesar de lo que Dios había hecho al mostrarle a su nación
que Él era verdadero, ellos seguían en sus malos caminos; por lo
tanto, al oír las palabras de aquella malvada mujer, su mente se
confundió y decidió huir del monte Carmelo. A pesar de su gran
victoria, Elías se hundió en las profundidades del desánimo, y creo
que a la mayoría de nosotros le habría pasado lo mismo.

Pero, Dios es un Dios de casos perdidos y Él no aceptó la
notificación de renuncia de Elías. En lugar de ello, le indicó al
desanimado siervo que debía llevar a cabo tres tareas
importantes: ungir a Hazael como rey de Siria; ungir a Jehú hijo de
Nimsi como rey de Israel; y lo más importante ungir a Eliseo como
profeta en su lugar (vv. 15-17).
Y había una situación adicional, Dios le dejó muy claro a Elías que
estaba equivocado cuando dijo que era el único fiel que quedaba;
más bien Él tenía otras 7.000 personas que no se habían inclinado
ante Baal (v. 18).
¿Saben amigos (as)? … Al igual que Elías, puede que en estos
momentos estés desesperado por las circunstancias de la vida; no
cierres tu corazón, deja que Dios te hable en lugar de renunciar
(v.12), confía en Él.
Cuando trabajas para Jesús la palabra “renunciar” no existe.
Solo recuerda las palabras del Señor… “Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová
tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1:9).

Hno. Gunder.