
Salmos 86:1 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame,
Porque estoy afligido y menesteroso.
86:2 Guarda mi alma, porque soy piadoso;
Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
86:3 Ten misericordia de mí, oh Jehová;
Porque a ti clamo todo el día.
86:4 Alegra el alma de tu siervo,
Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma.
86:5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,
Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.
“¡Sólo Dios es grande!”, es la frase inesperada de Jean Baptiste
Massillon al empezar el servicio fúnebre de Luis XIV.
A este rey le gustaba referirse a sí mismo como: “Luis el Grande”,
también conocido como el “rey Sol”; este hombre gobernó Francia
entre los años de 1673 a 1715 con poder absoluto y con un
esplendor y despilfarro como muy pocos reyes lo han hecho
durante su reinado, un ejemplo de esto es el maravilloso palacio
de Versalles ubicado a las afueras de París.
Su funeral se realizó en una catedral y el fastuoso ataúd que
contenía su cuerpo, fue iluminado por tan solo una vela. Cuando le
tocó el turno de hablar a Massillon, obispo y predicador francés, lo
primero que hizo fue apagar la vela para luego romper el silencio
con la frase ya referida: “¡Sólo Dios es grande!”.
¿Saben Amigos (as)? … Es normal sentir admiración por algunas
personas que destacan en diferentes campos del saber, como son:
grandes pensadores, inventores, exitosas personas de negocios,
otros admiran a deportistas, y algunos a personas que por sus
hazañas o actos heroicos son inolvidables. Los consideramos
como personas que están por encima del promedio, pero
finalmente siguen siendo personas con necesidades iguales a las
que nosotros tenemos: comen, experimentan dolores, algunos
tienen mentes perturbadas por situaciones en sus vidas, otros
tienden a deprimirse, pues lo único que tienen es dinero y creen
que nadie se acerca a ellos porque los amen, y como todos
nosotros no podrán impedir la muerte sin importar su dinero,
inteligencia, astucia o cualquier habilidad que los haya hecho
destacar en nuestro mundo.
Sin duda, podemos afirmar y confirmar la frase de Massillon: “Solo
Dios es verdaderamente grande”, Él es tan grande que puede
suplir todas nuestras necesidades, es suficientemente grande
como para poder perdonar todos nuestros pecados.
Sólo Dios es suficientemente grande como para guiarnos en
nuestros pasos finales al acercarnos a la muerte, y mostrarnos las
maravillas que nos esperan a quienes hemos decidido seguir a
Cristo.
Declaremos igual que el salmista: “porque tú eres grande y
hacedor de maravillas. ¡Solo tú eres Dios!” (Salmos 86:10).
El mundo está lleno de personas que se creen grandes, pero Dios
sigue siendo el más grande. Así lo creyó y así lo escribió el
salmista… “Porque tú eres grande y hacedor de maravillas. ¡Solo
tú eres Dios!” (Salmos 86:10)
Hno. Gunder.