TAN ESENCIALES COMO LA GOTA DE ROCIO

Zacarías 4:1 Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó,
como un hombre que es despertado de su sueño.
4:2 Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un
candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete
lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas
que están encima de él;
4:3 Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el
otro a su izquierda.
4:4 Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo:
¿Qué es esto, señor mío?
4:5 Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes
qué es esto? Y dije: No, señor mío.
En el libro “No hay gente pequeña”, Francis Schaefer escribió: “A
los ojos de Dios, no hay gente pequeña, ni lugares pequeños… Los
que piensan de sí mismos que son personas pequeñas que viven
en lugares pequeños, si están comprometidos con Cristo y viven
bajo Su señorío en todas las áreas de su vida, pueden, por la
gracia de Dios, cambiar el curso de nuestra generación”.
La actitud de que el trabajo que realizan es insignificante, es muy
común entre las amas de casa, los obreros, los estudiantes e
incontables números de personas que sirven anónimamente.
Cuando nadie nota nuestros esfuerzos, podemos sentirnos
insignificantes, realizando trabajos sin valor o importancia.
En Zacarías leemos que Zorobabel había echado el cimiento del
templo. Echar cimientos requiere de arduo trabajo y mucha fe en
el futuro. No obstante, algunos consideraban insignificante el
trabajo de Zorobabel, por lo que Dios les llamó la atención:
“Porque los que se burlaron de los modestos comienzos se
alegrarán al ver la plomada en la mano de Zorobabel”
(Zac.4:10) Dios quería que siguieran colocando ladrillo tras ladrillo,
según el ejemplo de Zorobabel.  Tenían que cumplir la tarea por el
poder del Espíritu de Dios, no por el suyo propio (Zac.4:6).
¿Estás haciendo cosas que no consideras importantes? ¡Anímate!
Los ojos de Dios pueden recorrer “toda la tierra” (Zac.4:10).
Él nota los pequeños o grandes actos que se hacen para Él y los
puede usar poderosamente, no importando su dimensión.
Las gotas de rocío, los rayos del sol, o la suave brisa, son tan
esenciales en la obra de Dios, como los truenos.

Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de
Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino
con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Zacar. 4:6).

Hno. Gunder.