
Marcos 14:32 Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y
dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
14:33 Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a
entristecerse y a angustiarse.
14:34 Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos
aquí y velad.
14:35 Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si
fuese posible, pasase de él aquella hora.
14:36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti;
aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
14:37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón,
¿duermes? ¿No has podido velar una hora?
14:38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a
la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
14:39 Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras.
No me gusta pescar, es por eso que cuando a mi grupo de amigos
de la secundaria, motivados por uno de ellos, se les ocurrió que
era una idea divertida ir a pescar juntos, no me sentí motivado.
Él decía que se pescaban los mejores peces de toda la zona, la
idea no me pareció la más atractiva, pero en ese entonces, no
había mucho más que hacer, así que acepté.
Nos pusimos de acuerdo para vernos muy temprano el sábado
siguiente, y salimos al mar justo al amanecer; mis amigos estaban
emocionados y soñaban con azar los peces que atraparían.
Cuando llegamos al lugar, había un bote de remos justo al lado de
la orilla el cual era propiedad de un conocido de uno de los
muchachos, así que remamos unos metros mar adentro y
emocionados tiramos las cañas de pescar.
Pasaron 10 minutos, 30 minutos, 1 hora, 2 horas y ningún pez
había siquiera tocado la carnada, así que me acomodé entre unos
salvavidas para descansar un rato mientras mis amigos seguían
intentando pescar.
Al cabo de un tiempo mis amigos se cansaron y decidimos
regresar a la orilla para volver a casa; estábamos desilusionados
con nuestro amigo, quien nos había hecho levantar muy temprano
para nada.
¿Saben amigos (as)? … Pedro, Jacobo y Juan también
desilusionaron a Jesús, cuando no pudieron ni siquiera velar unas
horas con Él, en su mayor momento de agonía. Aunque el Señor
les mostró que entendía que estuvieran cansados tras un largo día
lleno de emociones, su malestar y tristeza se hicieron evidentes
cuando dijo: “¿Dormid ya, y descansad? Basta”. (Marcos 14:41).
Muchas veces por egoísmo o por falta de sentido común, herimos
a nuestros seres queridos o a personas que no se merecen
nuestras equivocaciones o falta de consideración.
En la medida de lo posible, evitemos herir a quienes se encuentran
a nuestro alrededor: familia, amigos, compañeros o desconocidos;
tengamos presente siempre las palabras del apóstol Pablo:
“ El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor
no es jactancioso, no se envanece; 13:5 no hace nada indebido,
no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; ” (1° Co. 13:4-5).
La persona egoísta ama que le sirvan y recibir pleitesía de otros;
mientras que la persona que vive de acuerdo con las prioridades y
el carácter de Cristo, le sirve a los demás, y no le duele darse a
otros.
Hno. Gunder.