
Romanos 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo
la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.
6:16 ¿No sabéis que, si os sometéis a alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del
pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado,
habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual
fuisteis entregados;
6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
6:19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que, así
como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir
a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación
presentad vuestros miembros para servir a la justicia.
6:20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca
de la justicia.
Un periodista que había sido secuestrado, al ser liberado dijo: “Me
siento más vivo ahora, de lo que me he sentido en toda mi vida”.
Cuando analizamos esta respuesta encontramos un principio muy
difícil de comprender. Ser liberado es más estimulante que estar
libre.
¿Saben Amigos(as)? … Si somos de los que tienen el privilegio de
gozar de libertad cada día de nuestra vida, la respuesta de este
hombre debería hacernos reflexionar, ¿cuán fácilmente nos
olvidamos de lo bendecidos que somos?
Esta es una verdad espiritual, en muchas ocasiones los creyentes
quienes, gracias a la misericordia de Dios, llevamos bastantes
años recorridos en la fe, olvidamos la vida sin esperanza que
teníamos antes de conocer al Señor, y nos volvemos
desagradecidos y apáticos con respecto a nuestra vida espiritual.
No obstante, nuestro amado Señor tiene medios para hacernos
recordar y agradecer; muchas veces por medio de un testimonio
de un nuevo creyente, de la lectura de su Palabra, o al oír o leer un
buen mensaje de otro creyente, nos recuerda que: “Cristo Jesús
me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Rom 8:2).
Si en algún momento pensamos que la libertad en Jesús, se ha
transformado en algo aburrido y estamos obsesionados con lo que
no podemos hacer, debemos considerar esta verdad: Fuimos
liberados y ya no somos esclavos del pecado, ahora disfrutamos la
libertad que Jesús ganó por nosotros en la cruz, por lo cual ahora
tenemos un nuevo Señor que quiere que entendamos que la
libertad no es hacer lo que nos da la gana, sino es vivir consientes
del costo de esa libertad, agradecidos, buscando la libertad de
otros y siendo cada día más parecidos a Jesús.
Hoy, mañana, y por la eternidad celebremos nuestra libertad,
tomemos el tiempo para agradecer a Dios por la libertad que Él
nos dio.
Vivir para Jesús brinda verdadera libertad… “Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado
y de la muerte” (Romanos 8:2).
Hno. Gunder.