
Romanos 16:1 Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la
cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea;
16:2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y
que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros;
porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.
16:3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo
Jesús,
16:4 que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy
gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.
16:5 Saludad también a la iglesia de su casa. Saludad a Epeneto,
amado mío, que es el primer fruto de Acaya para Cristo.
16:6 Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros.
16:7 Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y mis
compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los
apóstoles, y que también fueron antes de mí en Cristo.
Para entrar en el museo del holocausto en Jerusalén, primero hay
que caminar por un bulevar llamado: “la avenida de los gentiles
justos”. Ese bulevar está lleno de cientos de árboles plantados en
honor de personas que brindaron refugio o ayudaron de alguna
manera a los judíos en la época del régimen nazi. En la base de
muchos de los arboles hay una placa de metal con el nombre de
algún hombre, mujer o familia que arriesgaron su vida para ayudar
a los judíos durante el holocausto. Muchos de los nombres son
desconocidos, salvo el de Corrie ten Boom y Oscar Schindler.
Mientras leía la larga lista de nombres, mis pensamientos se
fueron a Romanos 16, donde Pablo dice que Priscila y Aquila
habían arriesgado su vida por él. Luego di gracias a Dios por los
creyentes en Cristo que han sido fieles por siglos, y que han hecho
tremendos sacrificios, algunos perdiendo a seres queridos o su
propia vida para satisfacer las necesidades físicas y materiales de
sus hermanos en Cristo.
Pocos de nosotros enfrentamos riesgos serios hoy día. Si así
fuese, es improbable que alguien plante un árbol en nuestro honor.
Con todo, oremos por tener una disposición y un deseo de apoyar
hasta el sacrificio a los creyentes que luchan o sufren.
Dios nos da todo lo que necesitamos; por lo tanto, demos a otros
que tienen necesidad. No perdamos oportunidades de servir a
otros.
Hno. Gunder.