1° Reyes 19:11 Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de
Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso
viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de
Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un
terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
19:12 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el
fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
19:13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió,
y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz,
diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
19:14 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han
derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo
yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
19:15 Y le dio Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto
de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.
19:16 A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo
hijo de Safety, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu
lugar. 19:17 Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo
matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
¿Alguna vez has tenido ganas de abandonar todo? Elías sí. El
Señor acababa de utilizarlo para mostrarle a la nación de Israel
que Jehová es Dios (1° Rey18). Sin embargo, las amenazas de la
reina Jezabel lo alarmaron tanto que huyó a Beerseba, 160 km al
sur (19:3). Después caminó 230 km más en esa dirección, hasta
llegar a Horeb, el monte de Dios.
Dios le preguntó dos veces a Elías qué hacía ahí (vv. 9,13) y, en
ambas ocasiones, le respondió con las mismas palabras: «Sólo yo
he quedado, y me buscan para quitarme la vida».
Estaba tan encerrado en sus miedos que se había olvidado de lo
que Dios había hecho a través de él en el monte Carmelo. A pesar
de su gran victoria, Elías se hundió en las profundidades del
desánimo. ¡Qué fácil nos resulta hacer lo mismo!
Dios no aceptó la notificación de renuncia de Elías. En cambio,
comisionó a su agotado siervo a llevar a cabo tres tareas
importantes (vv. 15-17).
Y, a propósito, Elías estaba tan equivocado cuando dijo que era el
único fiel que quedaba. Dios tenía otras 7.000 personas que no se
habían inclinado ante Baal (v. 18).
Quizá, al igual que Elías, estás desesperado por las circunstancias
que atraviesas en tu vida. Deja que Dios te hable (v. 12). En lugar
de permitirte renunciar, Él te mostrará lo que puedes hacer con Su
fortaleza… ¿Sabes? Cuando trabajas para Jesús, la palabra
«renunciar» no existe. Si estás cansado o trabajado, pide
fortaleza a nuestro Señor.
No es pecado deprimirte por las circunstancias que afectan tu
vida, puedes pasar tiempos en los cuales no puedas razonar bien o
ver la solución a tus problemas, el verdadero problema radica en
sentir lastima de ti mismo y tener una actitud derrotista. Empieza
confiando día a día en tu Señor.
Hno. Gunder