EL SABE QUIEN ERES

1° SAM. 30:11Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual
trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber
agua.
30:12 Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos
racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu;
porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres
noches.
30:13 Y le dijo David: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y
respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me
dejó mi amo hoy hace tres días, porque estaba yo enfermo;
30:14 pues hicimos una incursión a la parte del Neguev que es de
los cereteos, y de Judá, y al Neguev de Caleb; y pusimos fuego a
Siclag.
30:15 Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo:
Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de
mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
30:16 Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre
toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por
todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los
filisteos y de la tierra de Judá.
30:17 Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día
siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos
jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron.
30:18 Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y
asimismo libertó David a sus dos mujeres.
La Biblia está llena de eventos en los cuales muchas personas
intervinieron para prestar ayuda; sin embargo, por alguna razón
que desconocemos, no se registraron sus nombres.
En 1° Samuel 30, leemos que los soldados de Israel habían hallado
a un joven a quién un ejército enemigo había dejado atrás.  No se
nos da el hombre de este esclavo egipcio, pero se nos dice que él
suministró información clave para el rescate de su familia.
Otro caso es el del muchacho quien se desprendió de su almuerzo
de pan y pescado, que fue multiplicado por Jesús y sirvió para
alimentar a miles (Juan 6:9); tampoco se nos brinda el nombre de
la persona que prestó su pollino en el cual nuestro Señor hizo su
entrada triunfal a Jerusalén (Lucas 19:33), ni se nos da el nombre
del dueño del aposento alto donde Jesús tomó la última cena con
sus discípulos (Lucas 22:11); tampoco Lucas, el doctor y escritor
de Hechos, nos brinda el nombre de quien le salvó la vida a Pablo
en Hechos 23:16.

¿Saben amigos (as)?… También en nuestros tiempos, hay muchas
personas cuyos nombres nunca se publicarán, ni recibirán
reconocimiento, o escucharán jamás el aplauso de gratitud de
otras personas. Muchos oran fervientemente, ofrendan
desprendidamente para que la obra del Señor continúe
difundiéndose, y otros incluso sufren persecución por su servicio a
nuestro Señor.
Innumerables personas testifican a sus compañeros, amigos y
vecinos, que su razón de vivir Jesús, también puede convertirse en
el Salvador y Señor de sus vidas. Puede ser que nunca sepamos ni
del 0,001% de estos creyentes fieles al Señor, pero en el cielo, si
se sabe con certeza quienes son.
Ten paciencia y anímate, el Señor sabe quién eres y cuál es tu
corazón. Es mejor ser fiel que famoso. Como cristianos debemos
agradecer a cada una de las personas anónimas que diariamente
oran por los diferentes ministerios que difunden la palabra del
Señor. Rogamos al Señor que llene cada día de Su gracia cada uno
de estos hogares.
Bien dice la biblia “Pero aun los cabellos de la cabeza de ustedes
están todos contados. No teman; más valen ustedes que muchos
pajaritos.” (Lucas 12:7).

Hno. Gunder.