DONDE ESTOY

Proverbios 3:1  Hijo mío, no te olvides de mí ley,
Y tu corazón guarde mis mandamientos;
3:2 Porque largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.
3:3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
Átalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu corazón;
3:4 Y hallarás gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los hombres.
3:5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
3:6 Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
La bruma era tan espesa que parecía se podía cortar con un
cuchillo. Nos encontrábamos frente a un lago y la única forma de
saber que efectivamente estábamos frente a él, era por el sonido
provocado por el romper de las olas contra la orilla y el suave
sonido de los patos en la lejanía.
La razón por la cual habíamos ido hasta ese lago era porque
queríamos pescar, así que a pesar del clima nos adentramos un
poco en el lago, remamos durante una hora buscando diferentes
puntos para pescar, pero fue inútil, no pescamos nada, los peces
se reusaron a tomar el anzuelo.  Así que, algo desconsolados nos
dispusimos a regresar a la cabaña que habíamos alquilado, con el
fin de tomar alguna bebida caliente.  Tomamos como punto de
referencia un pequeño riachuelo que desembocaba en el lago,
empezamos a remar, pero aun la neblina era abundante, queríamos
llegar a la otra orilla, y pensábamos que el muelle se encontraba a
unos 15 minutos de distancia.
Luego de 15 minutos de remar, empezó a extrañarnos la distancia
recorrida, pero aun así continuamos remando.
Luego de una hora con gran sorpresa nos dimos cuenta que
habíamos regresado al mismo lugar de donde salimos, habíamos
estado remando en círculos en medio de aquella severa bruma.
Aunque estábamos muy seguros del lugar al cual queríamos ir, nos
dimos cuenta que no habíamos ido a ninguna parte.  Debí haber
consultado la brújula de mi teléfono celular en lugar de confiar en
mi sentido de ubicación.
¿Saben?… En nuestra lectura bíblica nos encontramos con el
siguiente pasaje: “Fíate de Jehová de todo tu corazón,

Y no te apoyes en tu propia prudencia”. (Prov.3:5).  Sin el Señor
como nuestro guía y su Palabra como la brújula, de seguro nos
encontraremos caminando entre las brumas, sin saber a dónde ir.
Si quieres tener un camino claro para tu vida, acepta que el
pecado te separa de Dios, y que necesitas depositar tu fe en Jesús
como tu Señor y Salvador.
Confiemos más en Dios y menos en nuestra propia inteligencia.
“Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas”
(Prov. 3:6)

Hno. Gunder.