LA FUENTE DE NUESTRO GOZO

Lucas 10:17 Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun
los demonios se nos sujetan en tu nombre.
10:18 Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
10:19 He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones,
y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.
10:20 Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino
regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.
10:21 En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y
dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque
escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has
revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.
En ocasiones nuestro gozo no responde a lo que en realidad nos
debería causar gozo; en este caso los 72 estaban muy
emocionados al ver que aun hasta los demonios eran sometidos.
Pero el verdadero gozo debía descansar en la bendición de que sus
nombres estaban escritos en los cielos, y se les había dado el
privilegio de ser parte de este gran llamado: compartir el
evangelio, y la ciudadanía de los cielos. Ambas bendiciones eran
más importantes que cualquier demonio pisoteado.
Este es uno de los pocos momentos registrados en el ministerio de
nuestro Señor donde Él expresa gran gozo y alegría, cuán dichosos
eran aquellos hombres y mujeres que estaban siendo parte del
comienzo del mayor movimiento de multiplicación de la historia de
la humanidad: los llamados del “Ven y ve” (a los no creyentes),
“Sígueme” (a los creyentes) y “Los haré pescadores de hombres”,
(a los discípulos), fueron habituales en la vida de aquellos
primeros discípulos y en la vida de la iglesia.
Entonces volviéndose a los discípulos les dijo que muchos
profetas y reyes hubieran deseado haber visto, oído y ser parte de
lo que en ese momento estaba sucediendo frente a sus ojos.
Tú también puedes ser parte de este movimiento de
multiplicación, iniciado con Jesús y sus discípulos.
¡Qué esperas únete, comparte el evangelio con otros!
Que nuestra oración sea …Señor guíanos para alegrarnos por las
razones correctas y no gloriarnos por cosas que no tienen sentido,
ni un alcance eterno.

Y Tomemos en cuenta la enseñanza de la escritura … “En aquel
momento Jesús, lleno de alegría por el Espíritu Santo, dijo: «Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo
escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has
revelado a los que son como niños. Sí, Padre, porque esa fue tu
buena voluntad. (Lucas 10:21).

Hno. Gunder.