Salmo 102:1 Jehová, escucha mi oración,
Y llegue a ti mi clamor.
102:2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
Inclina a mí tu oído;
Apresúrate a responderme el día que te invocare.
102:3 Porque mis días se han consumido como humo,
Y mis huesos cual tizón están quemados.
102:4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba,
Por lo cual me olvido de comer mi pan.
102:5 Por la voz de mi gemido
Mis huesos se han pegado a mi carne.
Mi esposa ha tomado una regla con nuestros pequeños nietos. Le llama la regla de los 5 minutos. Todos los días, cinco minutos antes de salir, deben juntarse y estar ya listos para ir a la escuela.
Los pequeños se reúnen alrededor de la abuela, ella ora por cada uno de ellos, por nombre, y le pide al Señor que los bendiga durante el día. Después les da un beso y ellos salen corriendo.
Estoy seguro que si algún niño vecino pasa por allí y se detiene, también se lo incluye en la oración. Con esto mi esposa espera que años más tarde, los chicos tomen esta experiencia y les enseñe lo importante que es la oración para su vida cotidiana.
El escritor del Salmo 102 sabía que la oración es fundamental. Este salmo se titula: «Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento». Él exclamaba: «Jehová, escucha mi oración, […] apresúrate a responderme el día que te invocare» (vv. 1-2). Mirando hacia abajo, «desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra» (v. 19).
Dios se interesa por ti y desea oírte. Ya sea que sigas la regla de los cinco minutos, pidiéndole que bendiga tu día, o que necesites pasar más tiempo clamando al Señor desde tu profunda angustia, habla con Él todos los días.
Tu ejemplo puede ejercer una gran influencia sobre uno de tus familiares o alguien cercano a ti.
Tan sólo empieza orando 5 minutos, pero ora todos los días!!!
Hno. Gunder.
