
1° Corintios 3:5 ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores
por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada
uno concedió el Señor.
3:6 Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.
3:7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que
da el crecimiento.
3:8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque
cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois
labranza de Dios, edificio de Dios.
3:10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como
perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero
cada uno vea cómo sobreedifica.
En el mundo de la arquitectura de edificios hay múltiples opiniones
y diseños, algunos buenos y otros no tanto.
Dentro de la categoría de los más problemáticos, se encuentra el
edificio de Johnson & Son, en Wisconsin, que es un lugar
glamoroso, en el cual diseñaron un “Gran Salón de Trabajo”,
amplio, con columnas que terminan en un tipo de tragaluces, y
tiene columnas y techos que hacen que la acústica sea un
problema, ya que las personas pueden oír una conversación del
otro lado del salón y esto lo hace complicado; tuvo problemas de
aislamiento y en algunas ocasiones el agua se condensa
provocando goteras.
Otro edificio hermoso en su diseño, es el Walt Disney Concert Hall
de los Ángeles. Cuenta con un recubrimiento metálico que ha sido
criticado por emitir haces de luz, debido a su fachada que
concentra los rayos solares sobre algunas zonas, y como
consecuencia, las temperaturas pueden subir hasta los 60 grados
centígrados (140 grados Fahrenheit).
¿Podríamos nosotros estar edificando una casa que se ve muy bien
por fuera pero que por dentro esté llena de fallas, o que sus
maravillosos detalles sean poco prácticos y hasta peligrosos para
las personas? Eso es lo que hacemos muchas veces con nuestras
vidas si las edificamos conforme a nuestra voluntad y no a la de
Dios.
Nuestro mundo se ha desviado hacia un falso sentido de seguridad
porque creemos que nuestras obras y pensamientos nos ayudarán
finalmente a ser mejores, pero esto es tan sólo un espejismo que
se desmoronará conforme nos acerquemos y veamos la falsedad
de lo que creímos era una realidad. Nuestro egocentrismo
siempre dejará espacios vacíos donde el enemigo tratará de
incluir nuevas ideas erróneas.
Por eso es que siempre debemos recordar: “Si el Señor no edifica
la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmos 127:1).
Permite que Dios sea el arquitecto y constructor de tu vida; sólo
así podrás estar seguro de que está bien construida.
Con Dios como Arquitecto y su Palabra como el Plano, tu vida
estará edificada sobre el mejor de los fundamentos.
Sin los planos adecuados, el resultado final será cualquiera menos
el que tienes planificado; si no lees y estudias la Biblia, el
resultado final de tu vida será el fracaso.
Recordemos siempre las palabras del salmista… “Si el Señor no
edifica la casa en vano trabajan los que la edifican. Si el Señor no
guarda la ciudad en vano vigila el guardia” (Salmos 127:1).
Hno. Gunder.