DETRÁS Y DELANTE ESTOY RODEADO

Salmos 139:1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.

139:2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;

Has entendido desde lejos mis pensamientos.

139:3 Has escudriñado mi andar y mi reposo,

Y todos mis caminos te son conocidos.

139:4 Pues aún no está la palabra en mi lengua,

Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.

139:5 Detrás y delante me rodeaste,

Y sobre mí pusiste tu mano.

139:6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí;

Alto es, no lo puedo comprender.

139:7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

139:8 Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

La vida para quienes tenemos la tarea de conducir el automóvil y no sabemos exactamente cómo llegar a una determinada dirección, se ha hecho mucho menos difícil en los últimos años, ya que pasamos de los complicados mapas y confusas direcciones, a aplicaciones para dispositivos móviles que nos ayudan a llegar aún a los destinos más retirados.

Esto ha sido posible gracias a los sistemas de posicionamiento global, mejor conocidos como GPS, a los que acceden nuestros teléfonos. Estos sistemas están basados en satélites girando permanentemente alrededor de la Tierra a una altura de poco más de 20.000 km. Esos satélites deben mantener una velocidad y altura constantes para proporcionar indicaciones precisas.

Podemos decir que los complicados sistemas de posicionamiento global actuales, son sólo una pequeña analogía de lo que Dios puede hacer.

Dios prometió a Israel: “El Señor te guiará siempre…” (Isaías 58:11). El salmista también sabía que no podía ir a algún lugar sin que Dios no supiera dónde estaba (Salmo 139:7-8). Mucho antes de los GPS, el Señor ya estaba sentado “sobre el círculo de la tierra” (Isaías 40:22) y lo veía todo.

Quizás saber que hay alguien que nos rastrea dondequiera que estemos, a algunos puede darles miedo, ya que tratan de esconderse. Pero, para el creyente esta verdad reconfortante brinda gran gozo y seguridad.

 Independientemente de dónde estuviera, el salmista confiaba en que la mano de Dios lo estaba guiando (Salmo 139:10).

De esta manera podemos estar seguros, el Señor ha prometido guiarte y acompañarte hoy.

Dios siempre te guiará por los senderos correctos, quizás no por los más sencillos, pero si por los mejores para tu vida.

Dijo el salmista … “Detrás y delante me rodeas, y sobre mí pones tu mano” (Salmo 139:6)

Hno. Gunder.