Lucas 12:1 En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
12:2 Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
12:3 Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
12:4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.
12:5 Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.
El pasaje nos dice que había miles de personas esperando a que Jesús terminara su visita a la casa de Fariseo, esto a pesar de la oposición que empezaba a ser más fuerte por parte del liderazgo espiritual.
Jesús dedica un tiempo a aconsejar a sus seguidores, primeramente, a sus discípulos, luego se dirige a la multitud hablándoles sobre la hipocresía de su liderazgo religioso, específicamente en este caso el de los fariseos y sus malas intenciones que pronto serían reveladas. Jesús quería confortar a sus seguidores con respecto a las persecuciones que pronto empezarían a ocurrir y les recuerda a quién realmente debían temer y honrar: Dios.
Además, les recuerda que todo aquel que se oponga al trabajo del Espíritu Santo, que es convencer de pecado (Juan 16:7-8), pues en efecto, estará condenado. Si lo aceptan, el Espíritu Santo les guiará en su andar en la fe.
Luego de esto, una persona de la multitud quería que intercediera ante su hermano para que diera la parte de su herencia. Jesús tenía muy clara su misión terrenal y no era la de fungir como juez en ese momento. Sin embargo, si aprovecha la ocasión para fortalecer lo que les acaba de decir, a través de una parábola.
¡Amigos (as)!!… Cuántas veces hemos visto a personas y amigos obsesionados con las temporalidades de la vida, quiero tener un mejor auto, una mejor casa, el nuevo videojuego, celular inteligente, un mejor trabajo, y van trasladando lo importante para más adelante, y la lección de esta parábola es: las cosas espirituales deben ser la prioridad de la vida, las demás cosas tendremos el tiempo de satisfacerlas, aunque en realidad sabemos que no son imprescindibles para vivir una vida tranquila al lado de nuestros seres queridos.
Esta lección sigue siendo muy vigente para nuestras vidas, sino escuchamos al Espíritu Santo, pues estaremos en la misma situación del rico insensato: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?”
Hoy es un buen día para dejar de pelear con Dios, y oír Su voz por medio del Espíritu Santo, invitándote a ser parte de su familia celestial. ¡Ven y ve a Jesús!
Jesús nos enseña a ser ricos espiritualmente delante de Dios. “Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico delante de Dios” Lucas 12:21
Hno. Gunder.
