LA OBRA ENCOMENDADA

Juan 17:1 Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti;

17:2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.

17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

17:4 Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.

17:5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

Después de darle los últimos consejos a sus discípulos, el Señor entra en un momento de oración segmentado en tres momentos; en el primero da gracias al Padre por su dirección y compañía, el segundo lo dedica a sus discípulos y el tercero a los creyentes en general.

Su hora había llegado, estaba a tan sólo unas cuantas horas de cumplir con su misión como cordero de Dios perfecto, sin mancha y sin pecado, que lograría pagar el precio por nuestras almas. Lo bueno de todo este asunto es que Jesús sabía que esta condición de muerte sería muy temporal, tan sólo tres días bastarían para obtener su logro final: la vida eterna para todo aquel que quiera conocer verdaderamente a Dios y como consecuencia evidencie su fe creyendo en el sacrificio sustitutivo ejecutado por nuestro Señor en la cruz.

Jesús ha glorificado al Padre en la tierra al ser obediente, y dice una frase muy interesante: “…y he llevado a cabo la obra que me encomendaste”. Son muy reveladoras estas palabras del Señor ya que con ellas podemos entender un poco mejor su mente, dice que ha llevado a cabo la obra que se le encomendó, no se puede estar refiriendo a su muerte o a su resurrección, pues estas no aún no han ocurrido.

Al leer esta declaración debemos recordar que Jesús tuvo un ministerio de tres años y medio en la tierra, en los cuales fue reuniendo un grupo de seguidores, de los cuales primeramente escogió 12 (Lucas 6:13), a los cuales entrenó personalmente y luego encomendó a otros 72 (Lucas 10:1) para ir a predicar el evangelio, y más adelante en Hechos 1:15 encontramos a 120 que estaban orando cuando descendió el Espíritu Santo sobre ellos. Entonces al decir la obra finalizada, Jesús probablemente se refiere al hecho de enseñar a los creyentes a: Hacer y Ser Discípulos; el cristianismo no se habría podido expandir si las personas no hubieran compartido con otras su fe; ejemplos de este principio fueron en su momento la Gran Comisión y luego Pablo con el Ministerio de la Reconciliación encomendado en 2° Cor. 5:17. Nuestra parte en ser obedientes al Señor es demostrada por medio del compartir con otros nuestra fe en Cristo y su obra salvadora.

Tomando esto en cuenta, nuestra oración debería ser … “Señor te agradecemos amado Jesús, por mostrarnos el camino a seguir, por medio de los llamados: “Ven y ve” (a los no creyentes), “Sígueme” (a los creyentes), “Los haré pescadores de hombres”, (a los discípulos), y “vayan y den fruto” (a los hacedores de discípulos).

Hno. Gunder