BUENOS PROPOSITOS

LEVÍTICO 18:1 Habló Jehová a Moisés, diciendo:

18:2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Jehová vuestro Dios.

18:3 No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos.

18:4 Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios.

18:5 Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová.

Es muy normal que cuando iniciamos algo, las personas hagan muchos buenos “propósitos”, como hacer dieta, empezar a hacer ejercicio, comenzar a estudiar, llegar temprano a clases, mejorar la relación de pareja, empezar a leer la Biblia, hablar con Dios todos los días, etc.; pero también es terriblemente normal que a los pocos días abandonen esos buenos “propósitos”.

Por ejemplo, las personas inician muy emocionadas a leer la Biblia completa; las primeras historias son muy cautivadoras: la creación, el diluvio, el arca, la torre de Babel, la historia de José y el éxodo, pero de repente se encuentran con la pesada literatura no tan “emocionante” de Levíticos, un libro que está lleno de tecnicismos, leyes y cuidados.

Sin embargo, ahí es cuando debemos ver más allá, y comprender que por ejemplo Levíticos, es un texto pensado en peregrinos que buscan su tierra prometida, se trata de una guía de vida que les ayudó a entender la santidad de Dios, y la forma reverente en la cual debían comportarse ante su presencia.

Ellos no sabían todo lo que ahora sabemos sobre las enfermedades y cuidados, por lo tanto, necesitaban ordenanzas en cuanto a higiene y orden, y el Señor les facilitó esta guía del viajero que los guiaría en su caminar de 40 años en el desierto y les facilitaría su vida en comunidad.

El libro de Levítico está lleno de figuras literarias que ilustran la salvación de Dios, figuras que fueron usadas casi 1500 años antes de la venida del Salvador. No debes olvidar que todo sacrificio y ofrenda señalan finalmente la misión de Jesús: su muerte en el calvario y posterior resurrección “¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29).

Querido amigo (a)… En tu camino de Génesis hasta Apocalipsis, no des espacio a las distracciones, disfruta de los detalles que ofrece Levítico, piensa en los nombres e imagina lo que vieron las personas que encuentras en Números y disfruta del relato de reyes pasados; lee con emoción como los muros cayeron frente a Josué y sus hombres, relee los milagros del Señor, imagina que lo oyes predicar el sermón del monte, relata como un testigo la historia de su muerte y resurrección, y sobre todo da gracias a Dios porque te permitió leer la Biblia, un libro prohibido por mucho tiempo y que aún hoy en día, muchos no puede leer.

Toda la Biblia nos señala que existe un sólo camino al cielo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

 Por eso el salmista escribió… “Me deleitaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras” (Salmos 119:16)

Hno. Gunder