Mateo 15:12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
16:13 Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
16:14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
16:15 Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16:16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Luego de dar por concluida su conversación con los fariseos, y entrar en la casa, sus discípulos, como acostumbraban, le preguntan a Jesús si puede explicarles la razón por la cual los fariseos estaban tan escandalizados, y que les aclare todo este asunto.
Jesús les amonesta, al indicarles que ya debían saber estas cosas, pues son muy simples: lo que entra a su estómago, luego de un tiempo termina en la letrina, lo que entra en el corazón humano y luego sale, eso sí peligroso y abominable.
Del corazón humano pueden salir: “malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad” y esto sí contamina al ser humano. Eso era lo que salía de los fariseos: guías de ciegos.
¿Saben amigos (as)? …Esta comparación debe hacernos meditar, en lo que estamos dejando entrar a nuestro corazón, por medio de lo que vemos, leemos, pensamos, decimos o compartimos.
Vivimos en la era de la comunicación digital y de las redes sociales, y hoy más que nunca, estamos expuestos a la basura que el mundo desea que consumamos.
Así que, la próxima vez que no sepas si algo va a ser de edificación para tu vida, pregúntate: ¿Haría esto, si Dios estuviera a mi lado? Y lo más impactante es que sí está a tu lado, ya que Jesús mismo prometió la presencia continua del Espíritu Santo (Juan 14:16). ¿Qué dejarás entrar a tu corazón? ¿La buena semilla de Dios, o la mala hierba del mundo?
Recuerda que la receta para crecer en la fe es muy sencilla: lee y estudia Su Palabra, busca a otros que también quieran aprender de Dios y comparte lo que has aprendido con otros.
Jesús, nos advierte sobre lo que contamina al ser humano. “Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos.” Mateo 15:20.
Hno. Gunder.
